Consumismo Modo: Canas prejuiciosas
Por: María Mercedes Botero
Desde muy joven vi aparecer hebras de cabello plateado adornando mi cabeza, pero no mi alma, mis primeras canas no fueron una buena noticia para mí. Como sí lo fueron para el cantautor Diomedes Díaz. Sin saber por qué, impulsivamente tomé la decisión de ocultarlas, invirtiendo dinero y valioso tiempo para teñirlas con cosméticos de múltiples marcas y coloraciones, entre rubio y castaño, a decir verdad, nunca cubrían el tono plata precoz de mi cabellera.
No sé cuánto dinero pagué en todos estos años por cultivar el absurdo prejuicio social de ocultar las canas, pero lo que sí tengo claro son los beneficios logrados en el presente año desde que tomé la acertada decisión no teñirme más el cabello; entre ellos puedo citar que: he ahorrado aproximadamente unos $2. 000.000 y 54 horas de mi vida sin tener que ir el salón de belleza cada 15 días. Pero lo mejor de todo es que mi cuero cabelludo y la piel se sienten felices de no reaccionar ante los malsanos químicos capilares.
Los prejuicios son auto alienantes y de forma inconsciente determinan conductas cotidianas. ¿Por qué el prejuicio de ser canosos a temprana edad nos afectará tanto? Según el prestigioso y fundamentado Gordon Allport, que escribió el libro “La Naturaleza del Prejuicio” (1954), los prejuicios son etiquetas que hacemos de algo sobre la base de una forma de pensar negativa. En occidente peregrinamos como esnobistas (imitando y aparentando), guiados por el consumo irresponsable; ser o parecer viejo es estar arcaico y hay que evitar la obsolescencia programada, aún a costa de la salud.
¡Ay ve! Evitemos que las apariencias y prejuicios nos determinen tanto.
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