Emprendimiento desde la compleja realidad del siglo XXI

Escrito por Liceth Reales Silvera. ([email protected])

 

 

Los continuos cambios económicos y el surgimiento de dinámicas socioculturales, consolidan un panorama con múltiples vertientes, donde  la realidad social representa un espacio cada vez  más complejo  y diverso, trayendo consigo un cumulo de problemáticas al igual que nuevos retos para la sociedad, lo que conlleva a movilizar al ser humano de forma creativa y asertiva estrategias que potencialicen el desarrollo psicosocial y representen una salida óptima para problemas socioeconómicos que se presenten ante estos cambios globales. Por consiguiente, el emprendimiento resultaría un elemento fundamental, como competencia  y herramienta humana para hacer frente a las diferentes demandas del contexto sociocultural.

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El emprendimiento, es un proceso inherente al potencial psicosocial del ser humano, que responde a  una búsqueda constante de los individuos por responder creativamente a un contexto variado,  con el fin de obtener un sostenimiento socioeconómico óptimo; por lo tanto “el emprendimiento viene a ser el proceso dinámico de crear riqueza de manera incremental, la cual es generada por individuos quienes proveen valor para un producto o servicio y asumen riesgos en términos de tiempo, compromisos y costos de oportunidad”. (Acherkmen y Cervilla, 2007, p. 2) y le otorgan a la sociedad resultados que en términos lucrativos pueden generar cambios positivos tanto en el individuo como en los sistemas económicos, lo que conlleva al desarrollo de una sociedad productiva que difiera de formas pasivas de consumo que estancan el potencial emprendedor, es decir, “una sociedad emprendedora genera una cultura de ofertas empresariales; las economías de consumo, en cambio, ven reducirse en forma gradual el número de personas dispuestas a la innovación, con lo cual se disminuyen necesariamente las plazas de trabajo y se sientan las bases del desempleo estructural”.  (Enciso, 2010, p. 69).

Desde la perspectiva anterior, que se conceptualiza bajo una visión económica del emprendimiento y ha sido trabajada ampliamente por autores como Schumpeter, (1949), McClelland, (1961), Hagen, (1962) y Casson, (1982) (citados por Ramírez, 2009), definiendo así  a la persona emprendedora,  en función de las iniciativas y propuesta novedosas,  planeadas e implementadas por los individuos, para la consolidación de negocios u organizaciones empresariales. Por ende, en estos términos  tal como lo muestran autores como Mariano et al, (2001) y Almanza, Jiménez y Negrete, (2003) el emprendedor es visto, como una persona que  moviliza estrategias e iniciativas, las cuales pueden configurarse en la creación de una empresa a nivel individual o en colectivo, que pueden genera un impacto positivo en el sujeto y estimule el desarrollo económico.

Ahora bien, el significado de emprendedor y emprendimiento, tal como lo muestra lo anterior se ha limitado a la esfera administrativa e instrumental, donde el ser humano continuamente dinamiza el desarrollo económico social como personal. Por esta razón, surge una propuesta sociocultural, que difiere de la concepción económica tradicional, puesto que considera que “el emprendimiento constituye un fenómeno cultural que encierra conductas, valores, creencias y modos de actuación, con la intencionalidad de generar bienestar social en una comunidad” (Orrego, 2009, p. 24). Por consiguiente desde este modelo, las conceptualizaciones de emprendimiento y de las mismas problemáticas socioeconómicas del contexto, son abordadas como un fenómeno sociocultural, lo que genera un desafío práctico, en la que la situación socioeconómica es entendida mas allá de los ingresos y recursos materiales, en la que aspectos como el empleo, se relacionen con el bienestar y el compromiso tanto individual como social.

Uno de los aspectos estudiados en la literatura sobre el contexto y el proceso de emprendimiento, está vinculado a las situaciones desencadenantes y mediadoras para el desarrollo de las distintas etapas de un sistema de emprendimiento. Respecto a esto, Kantis (2008),  considera que el contexto sociocultural y socioeconómico, representa una estructura clave que incide en el desarrollo del potencial emprendedor y media  las distintas etapas de un proyecto de emprendimiento, las cuales se consolidan desde las motivaciones y competencias intrínsecas y contextuales del emprendedor hasta la identificación de las oportunidad y puesta en marcha de la ideas emprendedora, a través de la gestión, consolidación y desarrollo de la empresa.

Es importante mencionar que desde la perspectiva anterior  el proceso de emprendimiento es un proceso activo y continuo, que le genera un impacto positivo a la sociedad que se apropia de éste, proporcionándole a la comunidad  un desarrollo flexible, en las diferentes esferas tanto de lo económico como en el desarrollo cultural de los países que asimilan integralmente este fenómeno.

Todo esto indica que, el emprendimiento debe entenderse de manera interdisciplinaria y de diferentes concepciones, mirando al sujeto emprendedor como un ente con múltiples dimensiones, que se desenvuelve en una realidad social y económica compleja y variada, configurándose allí una relación multidireccional entre individuo y entorno; por consiguiente, “cualquier modelo que trate de interpretar el emprendimiento debe tener características económicas, sicológicas, sociales, y culturales”. (Ramírez, 2009, p. 103).

 

 

 

 

 

Referencias

  • Ackerman, Boris y Cevilla, María. (2007). La cátedra de emprendimiento como estrategia para la creación de una cultura emprendedora en la universidad simón bolívar,  I congreso Internacional de Calidad e Innovación en Educación Superior, Caracas, 9-13 de abril.
  • Almanza, Ma alejandra, Jimenez, J. Manuel, Negrete, Claudia (2003). La actitud emprendedora en la universidad de Guanajuato, México. Universidad de Guanajuato.
  • Enciso, Juan. (2010). El emprendimiento y el bien común: ¿competencias complementarias o excluyentes? Educ.Educ. 13, (1), 63-76.
  • Mariano, J. Antonio. Trejo, Enrique. Palací. (2001).  El perfil psicosocial del emprendedor  un estudio desde la perspectiva de los valores. Revista de Psicología Social, 16 (2), 229-242.
  • Orrego, Clara. (2009). La fenomenología y el emprendimiento. Revista Ciencias Estratégicas. 17 (21).
  • Ramírez, Rodríguez. (2009).Nuevas perspectivas para entender el emprendimiento empresarial. Pensamiento y Gestión. (96), 94-119.



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